jueves, 7 de abril de 2011

Bélgica: Amberes y Bruselas


Bélgica: Amberes y Bruselas

Mejillones con patatas fritas. Si un país tiene a gala semejante combinación junto a los gofres, no te extrañe que el gobierno de Bélgica sea tan inestable. Pero Bélgica tiene más cosas que muchos gobiernos. Francés, alemán, flamenco... bienvenidos al rico caos lingüístico.


Amberes, capital de la provincia de Flanders, tiene un pasado como importante puerto comercial de entrada de mercancías en Europa, junto con Rotterdam al norte. Una parada obligada es su estación de trenes. Clasificada entre las más bonitas del mundo. Algunos incluso el día su boda, se acercan allí para inmortalizarla en sus fotos:
Amberes Anvers Antwerp Antwerpen!
Una leyenda cuenta que un centurión romano, cansado de que un gigante arrojara sin piedad los barcos al río le cortó la mano. Y de ahí surge el nombre de la ciudad: Antwerpen en neerlandés. "Ant" significa mano y "Werpen" lanzar. En la plaza del ayuntamiento (Grote Markt) hay una gran fuente del Bravo victorioso y todos sacan ahí la foto de rigor:
Amberes Anvers Antwerp Antwerpen!
Por la tarde, tienes que ir a merendar un café con dulces a De Foyer, un café teatro del siglo XIX. El tiempo se ha detenido aquí hace un par de siglos. Mesas de mármol blanco y sillas de madera forman el decorado. Hay carritos que sostienen los pasteles, todos apetecibles.
Amberes Anvers Antwerp Antwerpen!
Después para una mejor digestión del dulce, puedes acercarte caminando hacia el puerto. Amberes, con casi medio millón de habitantes, es una ciudad hecha para los paseantes. Calles sin coches, peatonales, bicicletas, tranvía... grandes vías rápidas de circulación rodean el centro.

Ah, y una zona curiosa sin duda es el Barrio Rojo de Amberes, que nada tiene que envidiar a Amsterdam. Escaparates, cortinas que se mueven fugaces, miradas provocadoras... Lo mejor para perderse y dejar que te sorprenda la ciudad.

50 kilómetros al sur, en tren, llegamos al corazón de la Unión Europea y la capital Bruselas. Sí, aquí está el niño que mea. Ese que se perdió y toda la ciudad buscó y encontró haciendo pis junto a un árbol. El padre comerciante les obsequió con una escultura. Todo el mundo al verlo tan pequeño se lleva una decepción. Si te quedas con ganas de más, debes saber que también hay una niña que orina e incluso un perro también ocupado en la tarea. Están repartidos por la ciudad y algo escondidos. Aquí la Janneken Pis, esto es, la niña, algo evidente por otra parte:
Después del Manneken vino la Janneken Pis
Para consolarte de la visión del Manneken siempre puedes degustar los famosos Leónidas chocolates belgas. Sí, esos que venden hasta en Torremolinos. Pero no es lo mismo estar aquí en la supercapital que alberga las sedes del Parlamento, Comisión y Consejo Europeos, así como de la OTAN. ¡Y el Atomium! Plantado para la exposición universal de 1958.

También, si te gusta el Art Nouveau, no te pierdas la casa museo de Víctor Horta. Aquí tenía su atelier este arquitecto belga y cuatro de sus casas fueron declaradas patrimonio de la UNESCO en el siglo XX.
Palacio Real de Bruselas

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